Hubo
un rey que murió destrozado por un oso, o al menos eso asegura la
leyenda. Se trata de Favila, segundo rey de Asturias entre los años 737 y
739 e hijo de don Pelayo. Favila al parecer fue un descuidado. Salió al
monte solo, poco tiempo después de escapar por los pelos de una
patrulla de guerreros musulmanes. Sin embargo, en vez de caer en una
emboscada de sus enemigos, Favila fue atacado por un gran oso de los que
hoy en día apenas quedan descendientes.
La
muerte sorprendió a Favila solamente dos años después de acceder al
trono. Su reino era un minúsculo bastión cristiano en el norte de la
Península Ibérica, invadida y conquistada por los musulmanes. Casi 30
años antes habían desembarcado en la bahía de Algeciras y avanzaron como
un rayo hacia el norte sin apenas encontrar resistencia por parte de
los antiguos amos, los visigodos. Después de la derrota en la batalla
del río Guadalete en la que se cree que murió el último rey visigodo,
don Rodrigo, su reino prácticamente se desintegró de un día para otro.
Capitel que representa la muerte de Favila (San Pedro de Villanueva) |
Solamente
en el norte, entre las montañas de los Picos de Europa, un pequeño
grupo de visigodos resistió a las tropas musulmanas a las que no les
hacía mucha gracia el severo clima asturiano y mucho menos sus bárbaros
habitantes que les recibieron a pedradas y flechazos en Covadonga. Los
musulmanes se retiraron y el vacío de poder fue ocupado por Pelayo, el
padre de la Reconquista.
La
leyenda de la muerte de Favila acabó formando parte de ese mito. Cuenta
Fray Prudencio de Sandoval en ‘Historia de los cinco obispos’(1639): "Como
el rey D. Favila fuese venido a esta vega, o cerca de Santa Cruz. Una
gran cabalgada de moros que habían entrado a correr aquellas montañas
teniendo sus tiendas en el campo cerca de la ermita que digo de Santa
Cruz sin quitarse el saco de malla que traía con el pavés (escudo
oblongo que cubre casi todo el cuerpo) en la mano y la espada en la
cinta, quiso ir a montería. Su mujer la reina Froiliuba, dándole el
corazón saltos con temor de algún mal suceso, porfiaba con el rey que se
desarmase, que venia cansado de pelear y que dejase por aquel día la
caza. Tirábale del faldón de la ropa pidiéndole con lágrimas y palabras
de amor que se apease. El rey porfiaba en ir y tomando un azor en la
mano se despidió de la reina; y ella con mucho sentimiento le abrazó y
besó, quedando muy lastimada por los secretos anuncios que le daba el
alma”.
La historia continua:
El rey subió por un monte que está cerca de la vega, que se llama
sobremonte al lugar de Helgueras, metióse en un vallecillo que hace ese
monte y yendo sólo se topó con un oso; osada y atrevidamente, soltando
el pájaro que llevaba echó mano de su espada y embrazó el pavés, cerró
con el oso dándole una estocada por los pechos o hijadas, más no bastó
en quitar al oso que no se abrazase con el rey, y le hiriese hasta
matarle sin tener quien le ayudase. En el lugar donde los suyos le
hallaron muerto está hoy una cruz."
Ese
lugar está en la aldea de Llueves, cerca de Cangas de Onís. Allí una
piedra recuerda el supuesto suceso. Lleva una inscripción escueta pero
elocuente: “Un oso mató aquí al rey Favila”.